El sábado, Colombia fue un río desbordado de dignidad y coraje. Desde los rincones más apartados hasta las grandes ciudades, cientos de miles de ciudadanos salieron a las calles para gritar al unísono: ¡No más Petro! Fue una marcha que simbolizó la lucha de un pueblo cansado de las promesas incumplidas, la corrupción galopante y las reformas ideologizadas que amenazan con hundir al país en el abismo.
En Tolima, tierra de gente trabajadora y aguerrida, no fuimos la excepción. Aquí, en Ibagué, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos marchamos en paz, sin violencia ni vandalismo, demostrando que las verdaderas transformaciones nacen de la democracia y la unión.
El clamor de las calles fue un eco de indignación que atraviesa a todas las generaciones y sectores sociales. Porque no se trata de ideologías, sino de sentido común y amor por la patria. Estamos cansados de un gobierno que ha convertido la corrupción en su bandera; un gobierno que le roba descaradamente a los más vulnerables