El Banco de la República decidió mantener su tasa de política monetaria en 9,25 %, adoptando una postura cautelosa frente a la inflación que sigue por encima de los niveles esperados. Según la Junta Directiva, aunque la economía continúa creciendo gracias al consumo de los hogares y al gasto público, las presiones sobre los precios y la volatilidad internacional exigen prudencia.
La inflación general se ha mantenido en torno al 5,2 %, mientras que la inflación subyacente —que excluye alimentos y servicios regulados— se ubicó en 4,8 %. Estas cifras superan el objetivo de la entidad, fijado en 3 %, lo que justifica la decisión de mantener la tasa en un nivel relativamente alto.
El consumo interno sigue siendo el motor de la economía, con los hogares y el Estado impulsando la demanda. Sin embargo, este dinamismo trae consigo riesgos: un gasto excesivo puede alimentar la inflación, mientras que el déficit fiscal reciente añade presión sobre la estabilidad económica.
Para los colombianos, esta decisión tiene efectos concretos: los créditos y los intereses seguirán siendo costosos a corto plazo, pero se busca proteger el valor del dinero y evitar aumentos descontrolados en los precios de bienes y servicios. En otras palabras, la medida es un intento de equilibrar crecimiento y estabilidad, para que la recuperación económica no se convierta en un obstáculo para el poder adquisitivo de los ciudadanos.
En definitiva, el Banco de la República apuesta por la prudencia: prefiere mantener la tasa alta ahora para garantizar que la inflación baje de manera sostenida, asegurando así que las familias puedan planificar su economía con mayor confianza y seguridad en los próximos meses.
