El ministro de Hacienda, Germán Ávila, encendió el debate al advertir que, si la reforma tributaria se hunde, sería consecuencia de una “vendetta política contra el Gobierno nacional”. La afirmación llega en un momento de máxima tensión, cuando el proyecto permanece estancado por la falta de acuerdo entre las comisiones económicas del Congreso.
La situación es clara pero inédita:
•Las dos comisiones económicas del Senado han mostrado su intención de archivar la reforma.
•Las dos comisiones económicas de la Cámara mantienen la postura contraria y buscan que el proyecto avance.
Este choque institucional dejó la discusión en un punto muerto, sin claridad sobre la ruta legislativa ni sobre el futuro del recaudo que el Gobierno considera necesario para la vigencia fiscal de 2026.
Ávila insiste en que la oposición a la reforma no proviene de objeciones técnicas, sino de intereses políticos que buscan debilitar al Ejecutivo. Señala, además, la resistencia de algunos congresistas a gravar sectores como el financiero, los licores importados y el tabaco, lo que —según él— afecta el equilibrio del proyecto.
Entre tanto, en el Congreso continúan las conversaciones internas y las maniobras para intentar destrabar el trámite. El ambiente es tenso: mientras unos defienden el archivo, otros sostienen que dejar caer la reforma pondría en riesgo la estabilidad fiscal del país.
Por ahora, el proyecto sigue en un limbo legislativo, a la espera de que las comisiones resuelvan su pulso político y definan si la tributaria avanza o se hunde definitivamente.
